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sábado, 14 de noviembre de 2009

AGARRASE FUERTE FIN DEL MUNDO 2012

Según Mirko Lauer
La llegada de 2012, un film sobre el fin del mundo, ha potenciado viejas predicciones sobre que la fecha es en diciembre de ese año. Los esotéricos con inclinaciones catastróficas están de plácemes, pues la fecha convoca un ramillete de oscuras profecías entre las más diversas culturas. Para ellos, en más o menos medio centenar de meses deberíamos estar desapareciendo, sí o sí.
La cosa viene fuerte. Según San Malaquías solo queda un Papa luego del actual. Luego están las lecturas de profecías en el calendario Maya, el texto de Nostradamus, la carta de Fátima, hasta la NASA ha sido subida a bordo. En estos días casi no hay documento profetizante que esté siendo escrutado para buscar coincidencias, con una horrible Navidad 2012 en mente.
Más allá de las coincidencias detectadas por los exégetas, este clima de fin del mundo le debe mucho a las muy serias advertencias científicas acerca del calentamiento global, algunos de cuyos efectos ya están entre nosotros desde que se rasgó la capa de ozono. Ya en el 2004 otra película, El día después de mañana, la catástrofe ambiental cancelaba el mundo tal como lo conocemos.
En realidad estamos ante dos perspectivas. Las profecías suelen ver las fatalidades como externas a la voluntad humana, mientras que los pronósticos del calentamiento global aluden a decisiones equivocadas de los gobiernos más importantes de la era moderna. Unas son el designio divino, otras la suma de errores del libre albedrío humano.
La confluencia, y consecuente confusión, de ambas perspectivas es uno de los factores que viene amortiguando la conciencia sobre el muy concreto predicamento ambiental en que se debate hoy la sociedad mundial. Nos referimos sobre todo a quienes lo consideran una profecía dudosa más o a quienes estiman que no es posible hacer nada al respecto.
Una humanidad compuesta de mortalidades individuales siempre ha necesitado el paradójico alivio de escenarios de aniquilamiento colectivo. Pero nunca ese peligro ha sido tan medible como ahora. La proyección de los desastres climáticos si nada cambia de aquí a mediados del siglo es sumamente concreta, en la medida que ya se ha puesto en marcha.
Mientras tanto seguiremos siendo bombardeados por posibilidades ominosas fuera de nuestro control: meteoros gigantes, alineamientos planetarios desfavorables, explosiones solares, rachas sísmicas. Sería penoso que en ese contexto la humanidad perdiera la oportunidad de enfrentar los peligros que sí es posible conjurar.
El objetivo central de la cumbre ONU-Copenhague de este siete de diciembre es reducir las emisiones de monóxido de carbono, CO2, causantes del calentamiento global. La época en que el principal gobierno del mundo negaba este dato ya ha pasado, pero todavía falta un trecho para que ese y otros gobiernos se hagan cargo de la gravedad de la situación.

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